Trick or Threat

Era una lastima para mi, pero el trabajo me llamaba a todo momento, mas en estas fechas en las que nadie podía estar seguro de nada. Tengo mis razones, pero odiar Halloween es algo que está profundamente arraigado en mi alma y mi mente, un triste recordatorio de que mi función de guardián civil y del orden en Hevingsdell jamas acababa. Es mas, en estos momentos en los que un genesista podría atacar, es cuando mas debía estar preparado para todo.

Tal vez, por eso, era que no me interesaba ir disfrazado, simplemente vistiendo un sencillo traje formal, algo desaliñado -Porque algunos botones estaban desabrochados- pero con un aspecto ligeramente cuidado, dejando caer mi larga cabellera sobre mi espalda, sin preocupaciones de ningún tipo. Armas... no eran necesarias, no para mí. Yo soy fuerte, soy capaz de defenderme y puedo usar mis propios poderes para ayudar a los demás, o para atacar a un monstruo que busque mi cabeza y mi sangre. Por algo soy un SEED, supongo.

Llegando a una plaza perdida en medio de la nada, observé como algunas personas estaban rondando por las premisas, disfrazadas y disfrutando de la noche junto con sus seres queridos. Yo no tengo de esos, pero no me siento mal, ni siento envidia por ellos, pues sé que solo necesito presenciar la alegría de los demás, su tranquilidad y felicidad, para poder sentirme bien.

Y la luna brillaba tenue sobre mi cabeza, mientras pensaba en lo difícil que es trabajar esta noche. Una noche donde todo puede pasar, incluso lo impensable.

Mis pensamientos, tan tranquilos y silenciosos como de costumbre, se vieron cortados en un momento, sin saber cuanto tiempo había pasado desde que comencé con ellos, por una suave voz femenina a mis espaldas. Naturalmente, sabia que cosas raras podrían pasar en esta noche, en esta ciudad, pero no pude evitar sentir un ligero escalofrío de sorpresa recorriendo mi espalda como arañas, mientras me giraba lentamente para mirar a quien habló a mis espaldas.

Frente a mis ojos se encontraba una joven muchacha, de hermoso rostro y largo cabello rubio, cuyo vestido negro no dejaba nada a la imaginación pervertida de un hombre. De que estaba disfrazada, me resultaba un misterio, pero ese ajustado vestido podría tentar a mas de uno a hacerle cosas subidas de tono, pues esa figura tan voluptuosa llama mucho la atención. Naturalmente, solo tras notar un detalle extraño en su sonrisa fue que me dí cuenta del disfraz que ella parecía estar usando.

-¿Una vampiresa?-Pregunté, con cierta calma en mis ojos-Y una muy hermosa, debo añadir.

Ella me había hecho una pregunta y, por costumbre de la fecha, debía responder. Mirando directamente a sus ojos azules, que me llamaban tanto o mas la atención si se los comparaba con sus pechos tan grandes, reí silenciosamente al tiempo que pasaba una de mis manos por su mejilla derecha, en una suave caricia. Tal vez, y solo tal vez, ella buscaba hacerme una broma, o algo por el estilo, pero no pienso dejarle reírse a costa mía. No mientras mi nombre sea Alastor Brunestud.

-Truco, supongo.-Exclamé, acercándome un poco a su rostro tan delgado-Y si es de tus labios, mucho mejor, ¿no?

Tal vez es un avance algo brusco, pero con eso me aseguro que el chiste no salga como ella planeó.

Tal y como me imaginaba, ella no había caído en el contraataque que había realizado. La rubia vampiresa parecía ser lo suficientemente inteligente como para saber como atacarme sin posibilidades de defenderme, o tal vez es porque solo soy un hombre mas y, como tal, pienso con mi virilidad, dado que ella se acercó a mi cuello, frotando mi piel con sus fríos colmillos, dándome a entender que estaba tratando con una genesista. Si, porque los vampiros reales son genesistas.

-Yo no temo a los vampiros.-Dije escuetamente, sonriendo con sorna-Un fantasma no teme a las criaturas de la noche, porque también lo es.

Si, no les tengo miedo, como así tampoco temo a los ataques de un genesista. Es mas, en estos momentos, ella era quien estaba dentro de mi área de control, donde todo lo que yo deseara podría suceder, pues mis nanomaquinas me daban la capacidad de controlar mi entorno sin fallo alguno por un tiempo. Oh, bueno, pero ella no lo sabia a eso. Es mas, deseaba saber que clase de idiota juega con una vampiresa.

-Solo soy un policía, señorita.-Dije, pasando lentamente mi mano por el costado de su vestido, impregnándolo con mis nanomaquinas, tal vez en una muestra de precaución-Y como tal, estoy acostumbrado al riesgo de tratar con los desconocidos.

Costumbre o no, ya se me hacia natural el estar siempre en guardia, incluso en los momentos en que una chica estaba al alcance de mis brazos. Jamas se podía estar seguro uno con los genesistas, sus crisis y su irregularidad. Jamas, jamas, hay que bajar la guardia con esas personas. Llegado el momento, y si a ella le gusta la idea, puedo bajar mi guardia, tras asegurarme de que no representa peligro para mí o para los demás.