Buscando la cena

-Tíbias noches de invierno, viejas profesías multifacéticas llenas de aquel estupor característico de mi persona. Oh, viles sombras que acallan las voces de mi mente, siniestra danza enajenada del reino de los muertos y no tan muertos, aun escucho las profesías del medio día esperando los cambios, esperando la lluvia de sangre que se derrama mancilladno la nieve, manchándola y tiñéndola de su vil color, de su impureza, usándola como hoja en blanco para contar sus viles azañas al mundo de los herejes y blasfemias.
>>Aun estoy aquí nadando en el caos de cadáveres, en la putrefacción absoluta y en el olvido de aquellos valiosos recuerdos, pero no me preocupa estar acá ya que al menos puedo saciar mi alma deborando aquellos valiosos recuerdos aquellos tesoros que se encuentran en esas cáscaras vacias predispuestas a ser saqueadas para optener algo de ellas. Estoy aquí con picos y palas decidida a manchar nuevamente mis manos en pro de mis creencias, en pro de venganza hacia los uertos y los no tan muertos, buscando el orden en que fluye la sangre desde lo alto de una lápida, buscando todas sus grietas.

Dijo esto último he inmediatamente derramó un vaso de vino tinto encima de una lápida mientras se marcaba una sonria macabra se sus labios, caminó al rededor de esta y se agachó al leer su inscripción mientras uno de sus dedos pasaba por el camino de vino tinto. -1890, mil novecientos veintialgo- dijo seriamente. Se levantó de donde estaba y llevó el dedo con vino a su lengua para saborearlo- Es demasiado viejo para mi gusto, ya ni deben quedar ni los huesos..

Su pelo se mecía en la brisa norturna del lugar mientras que su figura era elegantemente iluminada por la luz de la luna ¿hacía cuanto tiempo estaba ahí buscando su comida? ¿hacía cuanto tiempo estaba buscando algún cadaver reciente para que sea su próxima cena?. Se sentía como una viuda negra, totalmente cubierta por una túnica negra ocultando su secreto detrás de aquel disfraz que la hacía ver de una forma tan particular, aunque si alguien la viera en ese lugar pensaría que la muerte vino a por él.

Su túnica, raída por el tiempo, se arrastraba por sobre la nieve y su capucha no permitía que nadie la reconociera ni mucho menos supiera que ella siquiera era humana. Camino hacia la siguiente tumba, estaba deambulando buscando el cuerpo de algún heroe de leyenda o el de un vago sin cabeza, para ella le daba lo mismo, en la muerte y el estómago todo sabía igual. Sus pasos eran lentos y pesados, un poco le costaba andar entre la nieve amontonadadel lugar, pero se detuvo al escuchar un chsquido un ruido un tanto extraño en un lugar demasiado deshabitado.